lunes, 19 de febrero de 2007

SIGO CON LA DUDA...

Siempre compro prendas con, al menos, un bolsillo que me permita guardar en él mi talismán, una moneda de peseta con la efigie del rey por un lado y el escudo de España por el otro. No es que sea una nacionalista o una nostálgica, no se confundan, sino simplemente una persona práctica a la que las antiguas pesetas sirven a la perfección al fin que persigue, y éste es que cada vez que lance una moneda al aire pueda determinar al momento si sale cara, o cruz. Y es que siempre he sido una persona muy indecisa y antes de que las dudas me corroyesen decidí buscar una vía rápida, clara y contundente de tomar decisiones, una vía que no dejase duda alguna para que yo pudiese acatar la orden sin pararme a pensar en las consecuencias de lo realizado.

Lo reconozco, se me da mejor obedecer que decidir. Por eso siempre compro prendas con, al menos, un bolsillo que me permita guardar en él una moneda, al menos una. Todas las decisiones tomadas en los últimos diez años de mi vida han sido guiadas por la diosa Fortuna, la diosa del icono que preside la entrada de mi casa a la que adoro diariamente con una vela siempre encendida y el tarareo de una cantinela inventada por mí:

Diosa Fortuna,
Urde mi destino,
Detén que mi duda,
Abra el desatino.

Y así soy feliz… ¿debo aceptar la oferta de trabajo? La diosa Fortuna decide por mí. ¿Montaña o playa? La diosa Fortuna decide por mí. ¿Son los rayos uva beneficiosos para mi salud? La diosa Fortuna decide por mí. ¿Tanga de encaje negro o de satén rojo para mi primera cita? La diosa Fortuna decide por mí. ¿Debo insultar al personaje que me empuja al entrar en el vagón del metro? La diosa Fortuna decide por mí. Y así, alejando las dudas vivo en una paz continua llena de plenitud por la ausencia de reflexión y por la inocencia en mi toma de decisiones. Nunca hay maldad en mis actos pues no soy dueña de ellos, yo sólo obedezco con disciplina militar a mi diosa y la obediencia exime moralmente de cualquier castigo o remordimiento. Así vivo, así pienso y así soy feliz.

Mejor dicho, lo era hasta que un gran dilema ha hecho aparición en mi vida. Sentada en la terraza de mi bar favorito formulo mi pregunta: ¿Debo compartir mi vida con Basilio? Por primera vez tengo la respuesta antes de lanzar la moneda y la respuesta es cara, el SÍ, la luz, la acción, el movimiento, el ying, SÍ, ¿por qué? Porque estoy enamorada. Pero no confío en mi criterio, algo falla y debería abandonarle antes de que el asco hacia él anide en mi corazón. Basilio… con su mirada profunda, su conversación inteligente, sus aspavientos de mano en forma de molinetes, aleteos, puños cerrados y su voz modulada enfática ante las pasiones, iracunda ante las injusticias, insinuante ante las sensaciones… Basilio siempre con prendas con bolsillos. En uno de ellos lleva su reluciente mondadientes de acero, en otro su pañuelo de lino blanco para pulirlo y con él escarbar sus blancos pero angulosos dientes en el restaurante, en las gradas del estadio de fútbol, en la platea del teatro, en el avión, una y otra vez, una y otra vez aunque no haya ingerido nada. Infausto error, continuo en su vida, que me exaspera hasta el punto de que en esos momentos deseo arrebatarle el palillo de sus manos y con todas las fuerzas de mi menudo cuerpo clavárselo en uno de sus profundos y negros ojos. Instintos asesinos…debo dejarle. Pero dudo, dudo porque estoy enamorada…Saco la moneda del bolsillo izquierdo de mi chaqueta y lanzo discretamente la moneda al aire:
Diosa Fortuna,
Urde mi destino,
Detén que mi duda,
Abra el desatino.

Sale cruz… el NO, la oscuridad, la inacción, la pasividad, el yang. La diosa Fortuna es categórica, contundente, axiomática. Debo dejarle. Le dejo ese mismo día. Él llora pero yo confío en mi diosa Fortuna…

Dos años después, sentada en la terraza de mi bar favorito, mientras acaricio la peseta del bolsillo izquierdo de mi pantalón, sigo preguntándome si tomé la decisión correcta… si la diosa Fortuna protege mi destino y dos años después sigo con la duda.

Lakshmi

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está bien.. pero en la forma de narrarlo al repetir tantas veces fórmulas "la diosa fortuna decide por mi" y palabras... me corta el ritmo.
Te he resumido el cuento en portada para que no ocupe tanto.